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Alejados del centro, desplazados y sin el glamour artificial y desclasado de los cosmopolitas privilegiados, los suburbios albergan los gritos desesperados y las ilusiones utópicas de quienes no heredarán nada más que la maldición de la pobreza de la mano de sus padres.
Kaos Urbano son Suburbiales en el mas profundo sentido de la palabra y por eso el nombre de su último disco va como anillo al dedo. Al dedo corazón alzado en señal de desprecio a tanto postureo subvencionado para domesticar la cultura y convertirla en un producto de consumo, vacío e inofensivo. Kaos Urbano describen en sus letras la realidad suburbial de la clase obrera y mucho más, el amor y el desamor están presentes, crudos e intensos, como su sonido. Un sonido cuidado pero directo que penetra en tus emociones porque es sincero. Detrás hay mucho trabajo, que esto no se consigue en tres dias: hay que aguantar la hostia de sinsabores y echarle miles de horas para conseguir que las canciones te impacten en el pecho como la patada de Cantona.
Kaos Urbano está en esa trinchera de quienes se resisten a dejar morir la memoria, posicionados con las personas oprimidas, las que no tienen dueño, las que viven bajo nubes de óxido, cuyo cielo no se parece en nada al paraíso. Encarando la muerte desafiantes y en guardia, con el rostro magullado y sangrante pero con una sonrisa orgullosa, diciendo: "¡vamos, ven si te atreves!"
Cada uno de sus discos es un fiel retrato de algo real, no hay ficciones ni pose. Pero en este último consiguen condensar un espíritu fortalecido por la experiencia y la perseverancia.
Suburbiales son Kaos Urbano y suburbiales somos nosotras y nosotros, porque nos alejamos de ese centro equidistante pasivo. Tomamos partido, nos jugamos el tipo y esta es nuestra banda sonora.
A disfrutarlo, sangrando, llorando, riendo y siempre luchando .
Texto: Carlos Terco